
Los aficionados al running buscamos nuevos retos constantemente, que normalmente consisten en ir mejorando nuestras marcas y a la vez ir aumentando la distancia a la que nos enfrentamos; empezamos con un 5K o un 10K, el siguiente paso es el medio maratón, algunos después dan el salto al maratón, y luego están las “máquinas” que se atreven con el mundo de la ultradistancia.
Pero aparte de este aumento de distancias, hay otras alternativas que se pueden tomar en el camino de proponerse nuevos desafíos: una opción es la de añadir deportes al running y participar en un duatlón o un triatlón; otra por ejemplo es la de dejar por un momento el asfalto de las ciudades y probar el trail running saliendo a correr por la montaña. Algo que, por otro lado, parece que cada vez tiene más adeptos.
Este verano he aprovechado para hacer esto último, y por primera vez he salido a correr por la montaña. Tuve la oportunidad de subir a hacer una ruta por la Sierra de Madrid de unos 18km: Pto. de Navacerrada – Pto. de la Fuenfría – Cercedilla.
El correr rodeado de naturaleza te hace disfrutar del recorrido de una manera diferente
Lo cierto es que la experiencia de cambiar el asfalto por los caminos de tierra fue fantástica y ya estoy pensando en repetir próximamente. No hace falta decirlo porque es algo obvio, pero realmente no tiene nada que ver con salir a correr por la calle. Aparte está el echo de que no viene mal respirar un poco de aire limpio… jeje
Así que como “trail-runner novato“, estas son algunas cosas que pude comprobar en primera persona después de esta primera experiencia:
Ritmo no constante
Hay que olvidarse un poco de eso de marcarse un ritmo fijo, tal y como estamos acostumbrados a hacer, porque lo mismo vas rápido porque te encuentras con una cuesta abajo, como vas lento porque estás subiendo un puerto, andas (si, andas) porque te encuentras una pendiente tremenda o una cuesta llena de rocas y raices que hacen materialmente imposible el correr, te paras para recuperar el aliento…. es decir, eso de salir a correr y decir: “voy a ir a 5 min/km”, no existe cuando vas por la montaña.
Mucha atención al terreno
El ir muy pendiente de los siguientes metros por las que vas a transitar es vital. Piedras sueltas, rocas, raíces, ramas, surcos provocados por la lluvia… a lo largo del camino te vas a encontrar todos estos obstáculos, por lo que hay que estar muy atento donde se pisa. Las torceduras de tobillo están a la orden del día.
Calzado específico de trail
Es verdad que comprarse unas zapatillas de trail para ir a correr una vez por la montaña puede ser un gasto excesivo, pero de verdad que se nota la diferencia. Se necesita un calzado que tenga un buen agarre, y esas suelas lisas comidas por el asfalto que tienen nuestras zapatillas de running no son la mejor opción para ir corriendo por un camino de piedras o saltando de una roca a otra. Lo primero, porque corremos el riesgo de lesionarnos al no estar preparadas para ese tipo de terreno, y lo segundo porque las vamos a destrozar.
Exigencia física
Si piensas que por correr normalmente tu cuerpo no va a acusar el correr por la montaña estás equivocado. La exigencia del terreno, aunque el trazado que hagas sea relativamente sencillo, pasa factura en las piernas sobre todo si no estás acostumbrado a correr por este tipo de rutas, y sobre todo en las rodillas; y no van a ser las subidas las principales responsables, van a ser los descensos.
En mi caso, y a pesar e que la ruta que hice no era excesivamente larga ni complicada, quizás me pasé un poco para ser la primera vez que corría por la montaña, y los 10 últimos kilómetros de bajada continua me dejaron k.o durante un par de días. No recuerdo haber tenido tantas agujetas nunca antes.
Hidratación
Cuando vas por la ciudad, en cualquier momento puedes pararte y comprarte algo de beber, o hacerlo en alguna fuente. Por la montaña lo tienes “un poco más complicado”, así que es conveniente llevarse bebida para poder echar un trago. Una mochila con bolsa de agua, o el típico cinturón portabidones viene de maravilla.
Tengo que decir que yo no me llevé nada de agua (error que no volveré a cometer)… aunque afortunadamente, en la ruta que hice si había una fuente (en el Puerto de la Fuenfría) y además mis compañeros de ruta si que iban más preparados… :-)
Reponer fuerzas
Ya de paso, si además del agua llevas alguna barrita energética o algún gel, por si acaso hace falta, mejor que mejor. El esfuerzo que requiere correr por la montaña es mayor que el correr por asfalto, por lo que no viene mal hacer alguna pequeña parada y reponer energías.
La importancia del móvil
Muy útil, yo diría que imprescindible, tanto por tu propia seguridad, por si te pasa algo, como para poder saber tu posición en todo momento y consultar un mapa si necesitas ver si la ruta que estás haciendo es la correcta. No vaya ser que para una vez que subes a correr por la montaña, te pierdas.
Saludo entre corredores
Esto es una simple curiosidad, pero eso que en la ciudad raramente se hace, en la montaña es norma habitual. Durante el tiempo que duró la ruta que hicimos, nos cruzamos con otros corredores, personas haciendo senderismo, gente montando en bici… y todos y cada uno de ellos cruzaron un saludo con nosotros.
Disfrutar del paisaje
Desde el primer momento en el que empiezas a correr, las sensaciones son diferentes, y en parte es debido al entorno en el que te encuentras. Eso de correr en medio de la naturaleza te permite disfrutar del recorrido de una manera que no haces cuando corres por la ciudad. Esto, en gran parte, es uno de los atractivos del trail running, y uno de los motivos por los que todo el que corre por la montaña piensa en repetir.
Estas son solamente algunas de las cosas que vi en mi pequeña primera incursión al mundo del trail-running, pero no cabe duda de que hay que tener en cuenta muchas más cosas si hablamos de rutas de más km, de correr por la noche, de salir con mal tiempo, de prepararse para una carrera por la montaña, etc… pero eso de momento lo dejaré para más adelante.