Desde que has empezado a correr probablemente hayas experimentado algunos cambios: has mejorado tu forma física, te has empezado a preocupar más por tu alimentación, puede que hayas hecho nuevas amistades que comparten tu nueva afición… cosas hasta cierto punto lógicas y derivadas de la práctica de deporte.
Pero también hay otros aspectos de tu vida que seguramente hayan cambiado en tu día a día y que antes ni se te pasaban por la cabeza. Ahora los consideras lo más normal del mundo, pero si hechas la vista atrás quizás te sorprendas al compararte a ti mismo antes y después del running.
Son pequeñas cosas, simples detalles que lentamente se han ido haciendo hueco en tu rutina diaria, cambiándote poco a poco, y que cuando te has querido cuenta se han convertido en algo habitual.
Sacrificas una noche de juerga porque al día siguiente hay carrera
Antes eras el rey/reina de la noche, el llegar pronto a casa un viernes o un sábado ni se te pasaba por la cabeza, y el quedarse sin salir muchísimo menos. Pero ahora… ahora tienes una carrera el domingo por la mañana, lo que significa tener que levantarse muy temprano. Sabes que tienes que desayunar un par de horas antes de correr, y que tienes que llegar con tiempo para calentar, y ya que te has apuntado vas a intentar batir tu mejor marca así que tienes que estar a tope.
Puede que al principio intentaras empalmar alguna vez e ir a correr sin dormir o casi sin dormir… pero eso fue una vez, no más; todavía te acuerdas del sufrimiento que padeciste según iban pasando los kilómetros y como echaste de menos unas horas más de descanso. Después de esa experiencia esa opción queda descartada para el futuro. Ahora, si el domingo tienes una carrera, te quedas en casa el sábado, o te vas a casa a una hora prudente y así estás fresco al día siguiente.
Unas vacaciones sin poder correr no son vacaciones
Visitar una nueva ciudad haciendo turismo, conocer la gastronomía típica, ir a algún museo, tirarte en la playa todo el día… eso es lo que la mayoría de la gente relaciona con las vacaciones, y a lo mejor era así como pensabas tú antes de convertirte en un “animal corredor”.
Reorganizas tu armario para meter toda tu ropa de running
Pero ahora lo ves todo desde otro punto de vista. Ahora irse de viaje en vacaciones se convierte para ti, además de todo lo dicho anteriormente, en una magnífica oportunidad de salirse un poco de la rutina de tus entrenamientos y poder correr por otra ciudad, así que en tu maleta, junto a las chanclas, ya no pueden faltar tus zapatillas de running… y si no hay sitio para las dos y hay que elegir, está claro… no pasa nada por ir descalzo a la playa.
Desafías a los elementos
Imagínate en esta situación: “Diciembre, noche cerrada a las 6 de la tarde, -3 grados en la calle” Sales de trabajar y lo que más te apetece es llegar a casa y poner la calefacción a tope… ¿o no? Pues no, excusas absurdas, así pensaría un NO corredor. Tú, que si que lo eres, te preguntas “¿como me voy a ir a casa a ver la tele si hoy toca entrenamiento? ¿Un poco de frío me va a impedir salir a correr?”.
Tu mismo te respondes: “No, no y no… ya entraré en calor mientras corro, además, para eso me he comprado ropa de running específica para días como estos. Con mis mallas largas, mis guantes, gorro y chaqueta térmica voy al fin del mundo”.
Divides tus armarios en ropa de verano, de invierno… y de running
Cuando empezaste a correr seguramente lo hiciste llevando la primera camiseta de algodón que encontraste por casa y unos pantalones cortos de deporte… pero desde entonces a pasado tiempo. Has participado en carreras en las que te han dado camisetas, te has comprado ropa de running para el verano, para el invierno, para días lluviosos, para días con viento, has cambiado de zapatillas varias veces por eso de que hay que hacerlo cada 800-1000 kilómetros pero te da pena tirar las viejas porque “parecen casi nuevas”… incluso puede que como tus amigos/familiares conocen tu afición, en tu cumpleaños o Navidad caiga algún regalo de este tipo.
Resumiendo, la ropa se te está empezando a acumular en casa, por lo que no te ha quedado más remedio que reorganizar tus armarios y cajones y empezar a dedicar uno de ellos (o varios) solamente a tu ropa de running… que por otro lado aumenta cada vez más.
Ahora si te encanta ir de tiendas… de running
¿Eras uno/a de esos/as que odiaban ir de tiendas? (hay que reconocer que son más los “esos” que las “esas”.. jeje)… que pérdida de tiempo y que aburrimiento eso de tener que recorrer una tienda tras otra viendo ropa, zapatos, complementos, etc… ¿verdad?
Entonces, ¿como le llamas ahora al ir cada dos por tres a ver y/o probarte zapatillas de running, camisetas técnicas, mallas, pantalones cortos, gafas de sol, pulsómetros, y demás cosas que tanto nos gustan a los que solemos correr?
Has aprendido un nuevo idioma: el de los runners
En tus conversaciones, especialmente si son con otros corredores, empiezan a aparecer vocablos y expresiones que hasta hace poco ni siquiera conocías: pronador, fartlek, barefoot, zero-drop, tiradas largas… A oidos de “profanos en la materia” puede parecer como un lenguaje propio que desarrollan los corredores para comunicarse entre ellos.
Eso si, recuerda que no a todo el mundo le gusta correr, ni está interesado en escuchar como te fue en tu última carrera o que tal te van las últimas zapatillas que te has comprado… así que intenta no “darle la brasa” demasiado a los no corredores contando tus batallitas, sobre todo si no son ellos los que han sacado la conversación.